El colegio de Independencia donde alumnos rechazaron leer a Pedro Lemebel
Como parte de los contenidos del curriculum de Lenguaje y Comunicación de enseñanza media, en el Liceo de hombres San Francisco de Quito (SFQ) de Independencia, se decidió dar a leer a los estudiantes de tercero medio el libro “La esquina es mi corazón” de Pedro Lemebel.
Sin embargo, lo que podría haber sido una lectura cotidiana, terminó desatando un conflicto que polarizó a profesores, estudiantes y apoderados, y cuyas esquirlas llegaron hasta el municipio liderado por Gonzalo Durán, luego que un amplio grupo se manifestara en contra de abordar dicho texto.
En concreto, el argumento de los alumnos que rechazaron la lectura -según comentan educadores que conocieron el caso- fue que el autor era “asqueroso”, en referencia a su orientación sexual. Esa postura incluso fue respaldada por reclamos de apoderados que acusaron que se estaba produciendo una “homosexualización” de sus hijos a raíz de la lectura de Lemebel, haciendo llegar sus quejas al director.
Ante esta negativa de los alumnos, el director consideró pertinente realizar al interior de la sala una votación a mano alzada para definir quiénes querían leer el libro y quiénes no. Ganó la opción por no leer al autor, aunque sí se dio libertad de acción a los que quisieran hacerlo, pese a que la lectura de “La esquina es mi corazón” fue visada por la Unidad Técnica Pedagógica (UTP), e incluso existen ejemplares en la biblioteca del liceo que fueron comprados con platas de la Subvención Escolar Preferencial (SEP).
“La mayoría de los estudiantes de ese curso no quisieron hacer la lectura debido a que temas de sexualidad y diversidad nunca se han tocado. Entonces cuando ya están grandes, en tercero medio, y les toca leer un libro como el de Lemebel que aborda estas temáticas de manera más abierta. Obviamente se vieron incómodos, no les gustó lo que estaban leyendo y eso es consecuencia de un proceso que no se ha llevado a cabo en muchos años, sumado a que son los mismos papás los que no quieren que se trabajen estos temas”, dice un profesor de enseñanza media que conoció el caso.
Enrique White, director del liceo, confirmó que la lectura del libro había sido aprobada por el equipo académico, pero asegura que el proyecto educativo institucional del colegio considera la “convivencia empática con nuestros alumnos”, donde se participa de manera democrática y que dentro de las facultades del colegio también está escoger qué contenidos se imparten o no. Agrega que existen protocolos para abordar los conflictos una vez que se presentan diferencias de opinión, a través de entrevistas con la encargada de convivencia y una mediación escolar con tal de buscar acuerdos. Con todo, según aseguró White, menos de las mitad de curso leyó el libro.
Citando la Constitución Política, el director asegura que como establecimiento deben respetar a quienes piensan distinto, en referencia a los apoderados que presentaron críticas respecto a los contenidos. “El pilar fundamental de este colegio es el respeto. No puedo imponer a los alumnos que lean un libro que ellos estiman que no es conveniente, apoyados por los apoderados”.
Cuando se presentó este conflicto, agrega, se escuchó a los padres que consideraban que el texto atentaba “contra sus creencias religiosas y su libertad de conciencia”. Así, la solución entregada por el equipo pedagógico fue que los estudiantes de tercero medio que rechazaron a Lemebel leyeran “El guardián entre el centeno” de J. D. Salinger, texto que aborda la sexualidad adolescente que fue publicado en 1951.
El alcalde de Independencia, Gonzalo Durán, asegura que conoció el conflicto en el San Francisco de Quito a través de la jefa del Departamento Administrativo de Educación Municipal (Daem), Claudia Carrillo.
“Pedir que no se lea a Lemebel es de una ignorancia brutal”, comenta Durán. Y agrega: “Para mí esta polémica fue mal conducida, mal administrada, mal manejada, por eso yo sostengo que aquí no hay un caso de discriminación institucional, sino que hay un conflicto entre personas que tienen una valoración distinta respecto a la diversidad sexual. Hubo un manejo inapropiado por parte de todos”.
“Yo creo que este episodio es un reflejo de la incapacidad instalada en la mayoría de los colegios del sistema educacional chileno, incluido el público, para abordar temas que son emergentes”, añade.
Más allá de este caso puntual, diferentes profesores del establecimiento han recurrido a la Municipalidad de Independencia durante este año acusando diferentes falencias en el proyecto educativo. En especial, a raíz de situaciones de discriminación, machismo y xenofobia.
Eso sí, según aseguran en el equipo directivo, durante este año se han desarrollado una serie de actividades enfocadas en el aprendizaje de los alumnos en torno al respeto de las minorías sexuales, incluyendo de igual manera a los apoderados en las denominadas “Escuelas para padres”. En años anteriores, en tanto, se habrían impulsado instancia en torno a la convivencia multicultural. El director White y el orientador Andrés Tapia aseguran que “somos un reflejo de la sociedad, no podemos decir que lo que está pasando en la sociedad aquí no pasa, pero lo estamos atacando”.
“Aquí no hay mujercitas”
Durante este año, docentes del establecimiento enviaron cartas a la Municipalidad de Independencia advirtiendo sobre situaciones que generaban tensión en la comunidad escolar, y a las cuales El Dínamo tuvo acceso.
En una de ellas, una profesora acusa que algunos estudiantes lanzaban las siguientes frases: “Los homosexuales me dan asco”, “los negros son todos ladrones”, “Los homosexuales parecen cualquier wea”, “no tengo problemas con los homosexuales siempre y cuando no se muestren como son”, “los colombianos son traficantes”.
Reconociendo “vergüenza”, docentes ratifican la existencia de estas expresiones y añaden que también es común escuchar dichos como que los homosexuales “son cualquier wea menos un ser humano” o que “los inmigrantes son una escoria que viene a invadir Chile”.
Consultada al respecto, una ex docente del establecimiento señaló: “Teníamos niños de raza negra que lo pasaban muy mal por estos comentarios, por burlas, por chistes, y nadie hacía nada”.
En tanto, una psicóloga que se desempeñó en el establecimiento dice: “Es un hecho y hay historias verídicas de lo que puede llegar a pasar en un niño que es hostigado constantemente en su entorno, puede llegar hasta a un suicidio u otro tipo de autoagresión, a eso súmale lo mal que lo pasan con su autoestima, a nivel psicológico, y estas cosas no deberían pasar porque al final ellos van al colegio a estar en un entorno y en una comunidad segura, donde deberías estar bien y estar conforme. Los niños pasan más horas en el colegio que en su hogar”.
Por su lado, un profesor que actualmente trabaja en el San Francisco de Quito añade que “estos chicos que tienen este pensamiento y que se les avala, los va a perjudicar el día de mañana al desenvolverse en el mundo real, relacionándose en el trabajo, con un jefe, con otros compañeros adultos. Eso también los perjudica. A eso sumémosle que estamos luchando diariamente por la igualdad de género, por el respeto, por la diversidad, y este tipo de educación no favorece en nada eso. Estamos educando niños para mantener los mismos pensamientos que vienen de antaño. Necesitamos niños más íntegros, que se desarrollen en todos sus aspectos. En ese colegio se cuadra todo a nivel cognitivo, pero las habilidades blandas no las desarrollan para nada, y eso es perjudicial para los niños, aunque sean inmaduros, porque el día de mañana les va a pasar la cuenta”.
La mayoría de los docentes que dieron su testimonio a El Dínamopidieron reserva de su identidad ya que aún trabajan en el colegio o en otros establecimientos de la misma comuna, es decir, bajo dependencia del mismo sostenedor. “Lamentablemente en esa escuela existe mucho miedo por parte del equipo docente a hablar, a tocar ciertos temas, existe un grupo de profesores que lleva muchos años y cualquier cosa que uno comente con ellos en ese espacio luego es sabido por el director. Entones hay mucho miedo a hablar, por posteriormente se produce un acoso laboral”, dice uno de ellos.
Sin embargo, Isabel Hueraman, profesora de biología y química de enseñanza media, trabajó en el San Francisco de Quito durante dos años y accedió a comentar la situación que se vive en dicho establecimiento.
La experiencia que recuerda con mayor claridad ocurrió cuando ella estaba embarazada. Al entrar a la sala después del recreo, siente un fuerte olor a quemado por lo que comienza a preguntar quién había sido el autor. En ese momento, pasa por el pasillo el inspector general Mario Ojeda y ella le solicita que entre para que aborde el caso. Ante esto, el inspector comenzó a interrogarlos.
“Ahí él empieza a decir que “sean machitos”, “aquí no hay ninguna falda”, “pónganse los pantalones”, “aquí no hay mujercitas”, y yo ahí delante, con alumnos de primero medio que tienen 14, 15 años. Yo quería parar ahí la situación, pero si yo la paraba, él iba a quedar muy mal. Entonces después fui a su oficina y lo conversé con él, le dije que no me parecía bien el mensaje que le está transmitiendo a los chiquillos”, recuerda. Además, estos comentarios quedaron graficados en una carta formal enviada a la municipalidad.
La respuesta del directivo la sorprendió aún más: “Él me dijo que reaccionaba así por mi embarazo. Que yo estaba en una situación de debilidad y que él quería defenderme de esa forma”.
Pese a estas situaciones, el nombre del colegio está asociado a buen rendimiento académico y la disciplina. Según registros del Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (Demre), el promedio PSU para el proceso de admisión 2018 fue de 460 puntos y una nota de enseñanza media (NEM) de 523,3.
Eso sí, según señala una profesora del liceo, “al final se produce que andan todos uniformados, nos creemos el Instituto Nacional de Independencia, pero tenemos profundos problemas de convivencia”.
“Acá el ambiente es muy militarizado, les gusta mucho el uniforme, no les gusta el pelo largo, revisan a los niños. Yo escuché muchas veces decir que no les gustaría que el colegio fuera mixto porque las mujeres desordenarían el ambiente. Una vez una profesora de tercero medio gritoneó a su curso porque no tenían su vestón. Le dan importancia a la insignia. Es como una chapa para mantener la imagen. Les gusta dar la imagen de que hay muchas postulaciones o que el colegio es el mejor de Independencia, pero no se deja repetir a los alumnos, entonces eso menoscaba la labor del profesor, de qué tipo de educación quieres darle a los alumnos”, agrega en esa línea Isabel Hueraman.
En tanto, en una de las cartas enviadas al municipio, una ex profesora relata: “El clima laboral hostil instaurado en ese colegio tiene la costumbre de hostigar y perseguir a todo aquel que piense distinto o no esté de acuerdo con sus prácticas, por lo que no existe libertad en el quehacer profesional. Con respecto a este último punto puedo dar fe explicita, pues mi paso por ese liceo, ha sido la peor experiencia laboral que he tenido”.
Respecto a la responsabilidad del sostenedor del colegio en todo este contexto, Durán asegura que a pesar de la fluida relación que mantiene con los docentes de todos los liceos que administra, “nunca” había recibido quejas respecto a estas temáticas, a pesar de que los primeros conflictos se presentaron hace tres años. “Aun así, pucha, puede ser que debimos haber desplegado la agenda que estamos desplegando hoy día mucho antes. Pero hace tres años este no era un tema en Chile. ¿Me excusa que se me podría haber ocurrido? No. Pero la prioridades en ese momento eran otras”, dice Durán.
Por su parte, White, que ejerce la dirección de manera interina desde 2017, asegura que él nunca ha recibido comentarios en este contexto por parte de los profesores, ni siquiera cuando él era inspector general bajo la conducción anterior.
Alcalde instruye investigación
“En el San Francisco de Quito hemos tenido dificultades con esta agenda que nosotros promovemos”, asegura Durán, junto con agregar: “Yo creo que en el Quito hay más dificultad para abordar esto por una razón cultural, que yo no comparto, que es que es un liceo sólo de hombres, en que se ha venido históricamente construyendo con un proyecto educativo, entre comillas, masculinizante. Un proyecto que uno podría denominar sexista y con ciertos valores de la masculinidad puestos ahí. Hay una cultura organizacional que ha sido más resistente a nuestra agenda, menos receptivos y más resistentes”.
En términos concretos, Durán asegura que en el San Francisco de Quito se está desarrollando una investigación para determinar la profundidad y alcances de las denuncias y generar los mecanismos de corrección. “Acá tenemos que meternos con más intensidad que en otros colegios porque hay más conflictos en esta materia”, dice.
Además, dice Durán, se está está realizando una “intervención” pedagógica y metodológica en estos temas. Esto, junto con recalcar que el proceso para nombrar al director titular del San Francisco de Quito está en curso a través de concurso público.