La importancia de la memoria en el aprendizaje

En las últimas décadas, la importancia de la memoria ha sido muy criticada y poco valorada en la educación. Por un lado, no es raro que los estudiantes se pregunten por qué tendrían que memorizar información cuando todo está disponible en Internet. Por otro lado, padres y educadores llevan mucho tiempo afirmando que les interesa más desarrollar aspectos como la creatividad o el pensamiento crítico de los alumnos, que su memoria. Sin embargo, estas afirmaciones tienen su origen en una profunda incomprensión de cómo funciona la memoria y cómo puede contribuir al proceso de aprendizaje. Es bastante común pensar que la memoria sólo tiene que ver con el aprendizaje memorístico, es decir, aprender algo sólo para poder repetirlo aunque en verdad no se comprenda. Esto significa que un estudiante podría repetir material que aprendió superficialmente sólo para rendir académicamente, en particular en pruebas estandarizadas, que permiten a los estudiantes inferir y responder sin demostrar dominio. Sin embargo, estos estudiantes carecen del nivel de comprensión necesario para que el material se convierta en un conocimiento fiable que pueda aportar beneficios fuera de los exámenes. Es innegable que la creatividad y el pensamiento crítico son cruciales para el correcto desarrollo de los alumnos, y es comprensible que los educadores quieran darles prioridad. Sin embargo, a menudo se pasa por alto el papel de la memoria en ambos procesos. La memoria es fundamental para el aprendizaje porque es un requisito previo para acumular conocimientos. El conocimiento previo, a su vez, es un prerrequisito para pensar de forma crítica y resolver problemas de forma creativa. La educación es exitosa cuando los alumnos aprenden a aprender de forma independiente. Un alumno tiene éxito cuando puede aplicar lo aprendido a otros contextos, lo que se denomina transferencia. Esto también es fundamental para la creatividad, el pensamiento crítico, la colaboración e incluso para comunicarse eficazmente. Por tanto, el conocimiento acumulado es la base sobre la que se construyen la transferencia y las destrezas del siglo XXI. Para que se produzca la transferencia, debemos asegurarnos de que los estudiantes lleguen a dominar lo que les enseñamos. Solo así  podrán obtener un valor real de ello.1, 2 Pero, ¿cómo adquirimos nuevos conocimientos? La psicología divide la memoria en tres procesos: codificación, almacenamiento y recuperación. Cuando convertimos la información en conocimiento, hemos codificado la información de forma significativa para que sea relacionable con nuestra mente y, por tanto, almacenable de forma fiable. La información se convierte en conocimiento cuando la red de lo que sabemos puede establecer conexiones con la información que estamos aprendiendo. No aprendemos información nueva aislada de lo que ya sabemos, sino que lo que sabemos nos permite aprender información nueva porque nos proporciona punto de conexión para dar sentido a la información nueva. Una vez completado el proceso de codificación, almacenamos esta información codificada en forma de recuerdos durante largos periodos de tiempo, en la memoria a largo plazo. Por último, en el pensamiento cotidiano, la recuperación de la información extrae los recuerdos del almacenamiento de la memoria a largo plazo a la memoria de trabajo. Investigaciones han demostrado claramente el papel central que desempeña la memoria en el proceso de aprendizaje. Para tener alumnos capaces de pensar de forma crítica y creativa, necesitamos darles conocimientos y esto sólo puede ocurrir a través de la memoria. Por suerte, existen muchas técnicas y estrategias basadas en evidencia para codificar y recuperar información. Por desgracia, hace tiempo que la investigación ha sacado a la luz que los estudiantes, en general, no comprenden cómo aprenden. Sumado a eso, la forma en que creen que aprenden suele diferir mucho de la forma en que realmente lo hacen. Si los estudiantes confían persistentemente en las estrategias menos eficaces para aprender, trabajarán demasiado y de forma ineficaz y/o errónea en su búsqueda del aprendizaje. Por lo tanto, para que los alumnos lleguen a la escuela sabiendo codificar y recuperar información de forma eficaz, es necesario enseñarles estas habilidades.1, 3

Técnicas de codificación

Como ya se ha dicho, la codificación es el proceso por el cual la información se convierte en conocimiento. Esto ocurre cuando la información pasa de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. Uno de los factores más importantes a la hora de codificar nueva información son los conocimientos previos. El aprendizaje es acumulativo, y nuestro proceso de aprendizaje se ve fundamentalmente afectado por nuestros conocimientos previos y experiencias pasadas con el aprendizaje. Las técnicas de codificación favorecen el almacenamiento de información en la memoria a largo plazo, permitiéndonos dar sentido a la información, ya que nos obligan a trabajar activamente con lo que intentamos aprender. Estas técnicas incluyen: la asociación, los mapas mentales, la vinculación, el método de Loci y la visualización, entre muchas otras. Lo cierto es que la asociación y la visualización subyacen a la mayoría de las demás técnicas, pero es importante aprender muchas de ellas, ya que las técnicas de codificación son más eficaces cuando se estratifican.4, 5

Estrategias de recuperación

La recuperación de la memoria consiste en extraer un recuerdo almacenado de la memoria a largo plazo y a la memoria de trabajo para seguir procesándolo y utilizándolo. Solemos pensar en las pruebas y los exámenes como el momento ideal en el que entra en juego la recuperación, pero en realidad ésta desempeña un papel fundamental en el proceso de aprendizaje. Las investigaciones han demostrado que, al pasar de centrarse principalmente en almacenar información a recordarla o recuperarla, los estudiantes mejoran enormemente su capacidad de aprendizaje y aprenden de forma más eficaz. Además, los estudios sugieren que aumentamos la probabilidad de ser capaces de recordar y aplicar la información cuando practicamos su recuperación en lugar de hacer algo pasivo, como repetirla o releerla. En consecuencia, los estudiantes pueden beneficiarse de aplicar estrategias de recuperación mientras estudian, ya que así mejoran la forma en que recuerdan o recuperan la información. Algunas de estas estrategias son: elaboración, autoevaluación y espaciamiento.3,6,7

Bibliografía:

  1. Bjork, R. A., Dunlosky, J., & Kornell, N. (2013). Self-regulated learning: Beliefs, techniques, and illusions. Annual Review of Psychology64, 417-444. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-113011-143823
  2. Alismail, H. A., & McGuire, P. (2015). 21st century standards and curriculum: Current research and practice. Journal of Education and Practice, (6), 150-154
  3. Bjork, R. A., & Bjork, E. L. (2020). Desirable difficulties in theory and practice. Journal of Applied research in Memory and Cognition, (4), 475.
  4. Rawson, K. A., & Dunlosky, J. (2011). Optimizing schedules of retrieval practice for durable and efficient learning: How much is enough?. Journal of Experimental Psychology: General140(3), 283-302. https://doi.org/10.1037/a0023956
  5. Cloke, H. (2018, March 30). What is the forgetting curve (and how do you combat it)? eLearning Industry. https://elearningindustry.com/forgetting-curve-combat