Docentes desafiados por una educación con perspectiva de género
La educación, como subsistema, es parte de la reproducción de desigualdades sociales y diversas formas de violencia, siendo la perspectiva de género y la diversidad sexual un ámbito expuesto y vulnerado. Lo anterior se ha visibilizado y tensionado con fuerza a partir de los movimientos feministas y sus aportes a la deconstrucción de las concepciones heteronormativas de la sociedad, la educación y el mismo currículo.
Es así como surge la inquietud respecto a cómo resignificar la educación para prevenir la discriminación, la violencia de género y diversidades sexuales, en específico, desde la enseñanza, investigación y formación del profesorado.
La incorporación de la perspectiva de género en la educación es una tarea pendiente, a pesar de que las bases curriculares plantean que toda educación debe contribuir al desarrollo integral de las personas en sus distintas dimensiones, por ejemplo, desde la ética, la afectiva, la intelectual, la artística y la física; mediante la transmisión de valores, conocimientos y destrezas.
Cuando se habla de igualdad y no discriminación en educación, estamos apuntando hacia la promoción de la justicia social. Sin embargo, a lo largo de los años, el currículo escolar ha transmitido unos modelos de masculinidad y feminidad jerarquizados, que varían en función de la clase social y el momento histórico en código androcéntrico y binario.
Avanzar hacia una educación en igualdad en el currículum de la formación de profesores es un gran tema, ya que no se trata de incluir sólo una asignatura que aborde la temática -que es un error que se comete muy a menudo-, sino que se trata de incluir de forma transversal la educación para la justicia curricular.
Otro desafío de la educación y del profesorado es incorporar en sus prácticas áulicas estrategias inclusivas, así como reconocer las significaciones que se producen y reproducen, en los procesos escolares de creación, transmisión y apropiación de los distintos saberes que circulan.
Para hacer grandes cambios se necesita un profesorado comprometido con las exigencias de una educación inclusiva, no sexista, abierta a todos y todas; profesionales con herramientas que le permitan realizar su trabajo pedagógico con ese enfoque.
Necesitamos una formación docente, inicial y continua, que vaya permitiendo que las y los docentes vayan reflexionando sobre sus prácticas, con el fin de mejorarlas. Se requiere que el sistema educativo tome esta bandera de lucha de profundos cambios y la promueva en cada una de las comunidades y las aulas.
Columna de opunión de Rosse Marie Vallejos Gómez (Académica Facultad de Educación UdeC, Dra. en Ciencias de la Educación, Profesora de Filosofía) publicada en el Diario de Concepción.