En España app ayuda a personas sordociegas
La sordoceguera es una de las discapacidades más severas que existen. La mayoría de personas sordo ciegas precisan de un intérprete para poder desenvolverse en su vida diaria y la forma de comunicación de este colectivo es fundamentalmente a través del tacto. Veamos este caso de como la tecnología puede ayudar.
GoAll: los ojos y los oídos de los sordociegos
Javier García tenía 14 años cuando empezó a notar que oía mal en clase. Su primera reacción fue dejar los estudios y quedarse encerrado en casa. Cuando su mundo de adolescente se derrumbaba, la vida le tenía reservado un nuevo y cruel revés. A los 16 años descubrió que también estaba perdiendo la vista. Pero, paradójicamente, como él mismo dice, la pérdida de visión arrojó un poco de luz en las tinieblas.
Se juró a sí mismo que en la vida llegaría tan alto como quisiera. Aprendió el alfabeto dactilológico en palma y, con su línea braille conectada a un ordenador, retomó los estudios. Ahora Javier es licenciado en Derecho y Administración de Empresas con sobresaliente de nota media. Y además cursó una beca Erasmus en Londres, donde aprendió a hablar inglés, siendo el primer estudiante sordociego europeo en aprovechar esa beca. “Lo he dicho y lo diré siempre: si se pusieran todos los medios necesarios, se conseguirían resultados impresionantes, porque a lo mejor hay personas ahí fuera tan capaces o más que yo, pero que simplemente no tienen las mismas oportunidades para desarrollar sus capacidades”.
Una discapacidad severa
La sordoceguera es una de las discapacidades más severas que existen. La pérdida combinada de visión y audición conlleva una dificultad extrema a la hora de comunicarse con los demás. Durante mucho tiempo, las personas sordociegas han vivido aisladas. Salir de casa solas se convertía para ellas en un ejercicio de alto riesgo. La mayoría de ellas precisan de un intérprete para poder desenvolverse en su vida diaria. Hay que tener en cuenta que, al no ver ni oír, la forma de comunicación de este colectivo es fundamentalmente a través del tacto, y la sociedad no está preparada para interaccionar de una manera efectiva y afectiva con ellas.
“Poco a poco, cada vez más, vamos teniendo más herramientas de accesibilidad que mejoran nuestra autonomía, pero todavía hay mucho por hacer”, nos comenta Javier. “Eso lo sabemos cada vez que salimos a la calle, cada vez que intentamos cruzar un semáforo y no sabemos cuándo está en verde o en rojo, porque no nos llega la información ni por la vista ni por el oído. También cuando queremos acceder a un material de lectura, o ver una película o un telediario y ese material no es accesible”.
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